lunes, 18 de noviembre de 2013

Los entornos en tensión #escenariostec

Pensar los entornos digitales como elementos constitutivos de la reflexión sobre la didáctica en la escuela nos empuja a reinventarnos; nos lleva a explorar qué se pone en juego cuando metemos un jugador más en la cancha, pero no un jugador cualquiera, sino uno que redefine todo el planteo táctico y estratégico que veníamos tramando.

Una de las alternativas más profusamente retomadas para llevar adelante esta tarea es el modelo TPACK, que presenta la ventaja de reunir en sí tres dimensiones de un mismo problema: la inclusión de la tecnología en la escuela. Con su tríada de patas: tecnología-disciplina-didáctica, este modelo, sin dudas, nos propone una mirada por fuera de lo unidimensional abriendo el juego a nuevas preguntas, al mismo tiempo que complejiza la cuestión de las estrategias didácticas en el aula. La tecnología deja el lugar sagrado al que la han circunscripto los tecnófilos para convertirse en un componente más –y no por ello menos central- en la reflexión de la tarea docente.

Ahora bien, hay algo que, me parece, habría que repensar respecto del modelo TPACK. Con esto me refiero a los diálogos que hacia adentro del diseño de estrategias y actividades deben trazarse entre contenidos, TIC y didáctica. Entender la planificación -sus contenidos, estrategias didácticas y herramientas digitales- en términos de pasos estructurados, como hace el TPACK, quizás resulta limitante en tanto que –retomando la idea de inclusión genuina de Maggio- el proceso de diseño involucra siempre instancias de repensar epistemológicamente los objetivos de cada disciplina.

Llevar hasta sus últimas consecuencias la idea de la tecnología como elemento transformador de las formas de construcción del conocimiento implica una proceso, más que lineal, circular, o mejor aún, espiralado, que nos obliga a rever nuestros objetivos incluso –o mejor dicho, sobre todo- cuando ya hemos alcanzado el último paso del TPACK y debemos pensar la forma que adoptará inclusión tecnológica.


En algún punto, creo que a la hora de pensar en los entornos digitales que elegimos, debemos ponernos en el lugar del editor. Según la estética del libro que desea publicar, la editorial que pretende lo presente, etc. este evaluará los comentarios que deba hacerle al escritor sobre su obra para que esta pueda insertarse en el objeto tecnológico-cultural a través del cual circulará en el mercado de lectores. El resultado emergerá, entonces, de esa fusión.


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